Real Academia Española de la Lengua
Fichas tomo 1
1ª Consolidación: Emma Ojea Carballeira: 1987 (P) y Walter Lewin Fernández-Bugallal: 1987 (P y Co).
2ª Consolidación y cubierta: Emma Ojea Carballeira: 1997 (P).
Reestructuración escalera y biblioteca y reforma: Manuel Bernar Solano, Ignacio Sainz de Vicuña Megarejo y Joaquín Sainz de Vicuña Megarejo: 1998-1999 (P).
Ojea Carballeira, Emma (1987-1987)
Lewin Fernández-Bugallal, Walter (1987-1987)
Ojea Carballeira, Emma (1997-1997)
Bernar Solano, Manuel (1998-1999)
Sainz de Vicuña Melgarejo, Ignacio (1998-1999)
Sainz de Vicuña Melgarejo, Joaquín (1998-1999)
La Real Academia Española se funda en Madrid en 1713, a instancias de D.
Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena y duque de Escalona, quien fue además su primer director, con objeto de "cultivar y fijar la pureza y la elegancia de la lengua castellana".
Sus primeras juntas se celebraban en la residencia de sus directores y después, a partir de 1754, en unas dependencias de la Real Casa del Tesoro, cedidas por Fernando VI.
Así continuó hasta que, en 1793, Carlos IV construyó para la Real Academia el edificio de la calle de Valverde nº 22-24, en el que permaneció hasta su traslado a este lugar, pasando aquel a convertirse en sede de otra, la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
En 1883 se realizaron las primeras gestiones para la nueva ubicación de la institución en los terrenos del Buen Retiro, en un solar propiedad del Estado, cuya solicitud de tira de cuerdas está fechada el 9 de diciembre, aunque el proyecto no sería presentado al Ayuntamiento hasta más de seis años después.
Consiste en un volumen exento de planta rectangular y cuatro niveles: semisótano, destinado a varios departamentos para servicios subalternos, bajo y principal, con salones, oficinas y demás dependencias de la Real Academia, y segundo o ático, distribuido originalmente en varias habitaciones para el personal.
Son muy interesantes las cuatro vidrieras con temas alegóricos del Salón de Actos, realizadas en 1893 por el taller bordelés de C.P.
Dragant.
En sus fachadas, de gran lisura y sobriedad, hay referencias al Neoclasicismo, donde prima la claridad volumétrica, potenciada por el contraste entre los paramentos de fábrica de ladrillo recocho de los dos primeros pisos y de piedra caliza blanca en el último, material éste que también se emplea en los encadenados, guarniciones, pilastras, frontones, ménsulas y líneas de imposta y cornisa, así como en "las pilastras y archivoltas del vestíbulo central y los peldaños de algunas escaleras interiores".
Destaca el frente principal, al que se adosa un pórtico central y tetrástilo, configurado por una escalinata, una columnata dórica y un frontón recto.
La estructura se resuelve con muros de carga y forjados de hierro laminado, siendo interesante la de cubierta, con lucernarios acristalados, fijos o móviles, según convenga.
NAVASCUÉS PALACIO, Pedro: Arquitectura y arquitectos madrileños del siglo XIX, Instituto de Estudios Madrileños, Madrid, 1973
NIETO ALCALDE, Víctor, AZNAR ALMAZÁN, Sagrario y SOTO CABA, Victoria: Vidrieras de Madrid: del Modernismo al Art Decó, Comunidad de Madrid, Madrid, 1996