Casa-palacio de D. Enrique Gosálvez

Aunque parcialmente mutiladas sus fachadas, pues en imprecisa fecha perdió el torreón del chaflán y muchos de los detalles que las decoraban, como relieves escultóricos, molduras, crestería y pináculos de coronación, el edificio mantiene en gran medida su magnificencia y elegancia, de empaque palaciego, siendo considerada una de las obras más logradas de Saínz de los Terreros, que responde al eclecticismo imperante, con referencias al Renacimiento español y al manierismo italiano.

Así se observa en la combinación de elementos, como la arquería del ático, éste no previsto en el primer proyecto, las balaustradas, frontones triangulares, el orden corintio de pilastras y semicolumnas, las ménsulas decoradas con amorcillos, monstruos y hojas de acanto, los atlantes que enmarcan los vanos del piso principal, o el templete cupulado que coronaba el torreón.

Precisamente este cuerpo desaparecido habría de ser criticado en su época por su falta de proporción, prefiriéndose incluso su supresión y composición, tal y como se ve en la actualidad.

En cualquier caso, el alzado principal difiere del presentado en la solicitud de licencia, pues una vez iniciadas las obras se decidió la ampliación de la casa para dar mayor altura a las habitaciones e igualar los frentes a las dos calles, sin por ello aumentar el número de pisos, circunstancia que se aprovechó para introducir ciertas modificaciones en las plantas de aire modernista.

Muy notable es la organización de éstas, reservando parte de la baja y principal para el dueño y destinando el resto al alquiler, como en el Palacio Castanedo, solo que aquí con una evidente independencia entre éste y aquella.

Destaca el eje central de acceso, constituido por el portal y hall que comunican la calle Príncipe de Vergara con el jardín posterior y privado, a cuya izquierda se suceden las escaleras de inquilinos y propietario, ésta imperial, de trazado curvo y diáfana, y a la derecha la común para el servicio.

Interesante era también el perdido pabellón de la estufa, en la planta principal y sobre la capilla, entre la calle Jorge Juan y el jardín, así como el contraste entre las fachadas exteriores y la interior, ésta hoy bastante transformada, pero proyectada con mayor sobriedad y modernidad, predominando el vano sobre el macizo.