Colegio Jesús María

Monumental proyecto del arquitecto catalán Ignacio Mas, lamentablemente inacabado, cuya factura resultó novedosa en Madrid, pues, huyendo del eclecticismo y modernismo que caracterizó a su obra anterior, optó aquí por un lenguaje clásico, racional, propio del denominado Noucentisme, el movimiento nacionalista que dominó el panorama artístico de Cataluña en la década de los veinte.

Con influencias de la arquitectura imperialista alemana previa a la Primera Guerra, otros localismos y también del renacimiento florentino, Mas recuperó en el Colegio los órdenes gigantes, agrupando huecos, las bóvedas de casetones, los frontones o almohadillados, mezclados con elementos regionalistas, como los aleros de madera de gran vuelo.

El edificio, destinado primitivamente a escuela y residencia femenina, fue promovido por las religiosas de la orden francesa de Jesús María, con el fin de mejorar las condiciones en que hasta entonces se hallaban, instaladas desde 1917 en un palacete desaparecido de la calle de Velázquez nº 74.

El proyecto consistía en un volumen de planta en U asimétrica, creando un patio abierto por donde se producía y produce el acceso, potenciado éste con un torreón semicilíndrico y situado en alto, salvándose la diferencia de cota con dos escalinatas curvas tangencialmente enfrentadas.

El vestíbulo tiene doble altura, con un corredor superior al que se llega por una escalera de doble ramal y dos tramos en cada uno a 90º.

Al fondo o base de la U, y hacia el Norte, se ubicó la capilla, ocupando tres niveles, y en los pisos primero y segundo se plantearon las aulas en el ala Este, con vistas al exterior y enlazadas por una galería acristalada, y en la Oeste el internado.

En la composición de la planta se distinguían, además del eje de acceso Norte-Sur, otro transversal por el vestíbulo, delimitado por dos singulares salas, una absidal hacia la calle de Núñez de Balboa y otra circular hacia Velázquez, ésta apenas iniciada, la cual se levantaba sobre un cuerpo basamental de planta en T.

En septiembre de 1927 se produjo la inauguración y traslado al nuevo centro docente, cuando ya se habían concluido las crujías Este y parte de la central, y comenzado el resto, aunque las obras se paralizarían hasta la Posguerra, entonces bajo la responsabilidad de un nuevo arquitecto catalán, Agustín Borrell.

El proyecto de ampliación contempló la demolición previa de la zona solo empezada, actuación dirigida por el arquitecto Luis Mosteiro, pues rompía conceptualmente con la edificación existente, adosándose más que prolongándose, aun cuando se enlazó adecuadamente con ella.

Borrell introdujo en su proyecto una nueva capilla, en el mismo lugar que la propuesta por Mas, con su misma altura y configuración, pero modificando su orientación, un salón de actos en el ala Oeste, con patio de butacas y anfiteatro, unos 100 dormitorios para niñas y 47 para el noviciado, además de tiendas hacia la calle de Velázquez, destinadas al alquiler.