Central Telefónica de Delicias

La primera central, que fue edificada por Ignacio de Cárdenas, arquitecto de Telefónica, y José María de la Vega sobre la esquina de la calle Batalla del Salado con Delicias, presentaba las siguientes características básicas: planta rectangular con acceso sobre el chaflán y comunicaciones y servicios en el ángulo opuesto; cuatro fachadas, dos a calles y dos al interior de la parcela, y tres plantas, semisótano para instalaciones, baja con oficinas y locutorio público y principal para equipo automático; estructura de soportes cilíndricos de hormigón armado, capiteles tronco-cónicos y losas armadas en forjados; fachadas con ventanales cuadrados, recercados de piedra de Novelda, agrupados en las dos plantas y separados por estrechas franjas verticales de ladrillo, sobre el zócalo de granito que ocupa el semisótano, simplificando los alzados inicialmente propuestos; y entrada sobre el chaflán señalada con un óculo.

En 1945, Gayo y de la Vega elevan una planta, proyectada como ático singular rematado con cornisa moldurada en piedra, historicista, pero ejecutada miméticamente a la original, y en 1952 adaptan el interior a los nuevos equipos.

En la década de 1960, Riestra amplia en extensión, con un edificio que ocupando todo el frente de Batalla del Salado vuelve a Pedro Unanúe, manteniendo el fondo edificado y dejando un patio intermedio, además de la altura de plantas, tamaño y posición de huecos y tratamiento de fachadas.

También se traslada el acceso, centrándolo sobre la fachada a Batalla del Salado.

Entre 1978 y 1979 Riestra y Gutiérrez Marcos realizan una nueva ampliación, consistente en la adición de una planta en ladrillo visto sobre todo el conjunto, que mantiene tamaño y posición de huecos sobre la línea de cornisa.

Finalmente, entre 1988 y 1991, proyectado por Esteban, Llano y Galea, se construye un nuevo edificio sobre el solar restante, una franja entre Delicias y Pedro Unanúe, con planta en C adosada a la edificación preexistente y dos núcleos de comunicación vertical, uno sobre cada fachada.

En contraste con el conjunto anterior, sus características formales y materiales responden a diferentes parámetros arquitectónicos, pero se integra sin rivalizar.

Sus fachadas juegan con grandes huecos cuadrados, donde se insertan rejería, instalaciones, acristalamiento de pavés y paños de ladrillo aplantillado, con notable relación hueco-macizo y destacable ático de remate.