Quinta de la Fuente del Berro
Fichas tomo 2
Antigua Huerta de Miraflores del Duque de Frías o del Condestable
Reforma : s.d.c. : 1875-1900 (s.i.).
Sobre lo que fuera la Huerta llamada de Miraflores del escribano de S.M.
D.
Juan de Alesanco y otras tierras colindantes, situadas extramuros de Madrid, levantó D.
Juan Fernández de Velasco, 5º Duque de Frías y Condestable de Castilla, la que habría de ser casa de campo para su recreo, con su jardín y una productiva huerta asociada, que aprovechaba los abundantes manantiales existentes junto al Arroyo Abroñigal.
Uno de ellos, la fuente llamada del Berro, de ricas y célebres aguas, acabaría, con el tiempo, por prestar su nombre a esta finca vecina.
La adquisición se produjo en 1609 y habría de permanecer en la Casa de Frías hasta 1630, siendo testigo de notables acontecimientos, como la boda de un sobrino del Conde Duque de Olivares o la prisión del Gran Duque de Osuna en 1622.
Fue el hijo del comprador y 6º Duque, D.
Bernardino Fernández de Velasco, quien decidió vendérsela al rey Felipe IV por 30.000 ducados para socorrer las guerras del reino contra los enemigos de la Iglesia, conociéndose por este hecho que la posesión contaba entonces con casa, arboleda, huerta, viña, estanques y fuentes, entre las cuales destacaban cuatro: la de Cupido, la del Estanque del Bujalar, la de los Gámbalos y la de Puerta Quemada, así como con 6 reales de agua de la dicha Fuente del Berro, concedidos por el Ayuntamiento de Madrid.
La sublevación de Cataluña en 1640 fue acompañada de la expulsión de los monjes castellanos del monasterio benedictino de Montserrat, los cuales fueron acogidos por el Rey en la Quinta del Condestable, que les fue donada al año siguiente con todas sus pertenencias y derechos, haciendo de la casa, convento y construyendo una capilla anexa.
El traslado en 1643 de los monjes a una nueva ubicación dentro de la villa de Madrid y su calle de San Bernardo, dio lugar a sucesivas transmisiones, conociéndose que en 1703 era su dueña Dª María Teresa Timiño Vázquez de Coronado, Adelantada de Costa Rica, quien efectuó diversas reparaciones de consideración.
Por testamento vinculó la propiedad a diversas memorias y obras pías, a cargo de los Mercedarios Calzados, quienes la mantuvieron hasta 1798, en que fue subastada a raíz del Real Decreto que permitió la venta de todos los bienes de ese tipo.
Todavía perteneciendo a los frailes se refleja por primera vez la finca en un plano de Madrid, el de Tardieu de 1788, observándose una ordenación regular del terreno, seguramente destinado totalmente a la producción hortofrutícola y no tanto al recreo, y una casa principal de planta en L, situada en la parte más elevada.
Su recuperación con fines de residencia de temporada o permanente por sus propietarios no debió producirse hasta la segunda mitad del siglo XIX y aun cuando el Plano de Cañada de 1900 denomine a la Quinta Campos Elíseos, lo que podría hacer suponer su carácter público, se sabe que cuatro años más tarde la utilizaba de manera particular D.
Joaquín Santa Marina.
En cualquier caso, se puede comprobar en aquel, y en los planos de Delage del mismo año y de Núñez Granes de 1910, el cambio radical que ha sufrido, aumentando considerablemente su extensión y variando su trazado hacia un jardín paisajístico, con unas características singulares debidas a la topografía accidentada del terreno.
En él se intercalan pequeñas edificaciones, como los invernaderos, una ría, paseos empedrados, un parterre, etc., al servicio de la casa principal o palacete, engrandecida, ahora de planta en U, alrededor de un patio.
Su esplendor lo alcanzaría durante el primer cuarto del siglo XX, especialmente en su tercera década, al convertirse en centro de una gran actividad social en la que participaban los reyes y la aristocracia, dando a los edificios y jardines la imagen que hoy presentan.
Pasada la Guerra Civil cayó en un estado de abandono que amenazaba con su desaparición, hasta que fue adquirida por el Ayuntamiento de Madrid en 1948, emprendiendo inmediatamente la restauración y mantenimiento de las plantaciones y sus edificaciones, como el Palacete que, tras servir de sede del Instituto Arqueológico Municipal, está siendo reformado para adecuarlo a centro de día para la Tercera Edad y centro sociocultural, incluyendo sus obras la incorporación del patio interior y el elegante porche para obtener mayor superficie útil.
AA. VV: Jardines clásicos madrileños, Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 1991
SOUTO ALCARAZ, Ángela: Fuente del Berro, Madrid, 1994,HERNÁNDEZ CASTANEDO, F: El desconocido vergel de la Fuente del Berro, Fotos, nº 364, feb. 1944
MONTE-CRISTO: La Quinta del Berro, Blanco y Negro, nº 1.732, jul. 1924