Estadio Santiago Bernabéu

El nuevo estadio de Chamartín, denominado más tarde Santiago Bernabéu y previsto en un principio para 70.000 espectadores, se concibió como elemento fundamental del eje de la Castellana incluido en el Plan Bidagor.

El proyecto fue realizado por los arquitectos Manuel Muñoz Monasterio y Luis Alemany Soler, ganadores del concurso convocado en 1944, y se ejecutó en colaboración con el ingeniero Carlos Fernández Casado.

El estadio se construye en fases sucesivas hasta lograr una capacidad aproximada a los 100.000 espectadores, combinando localidades de asiento y de pie.

La primera ampliación fue llevada a cabo por los mismos arquitectos en 1953-1954; en 1980 con motivo del Mundial 82 sufrió una remodelación a cargo de los arquitectos Luis y Rafael Alemany Indarte y Manuel Salinas Aracil, habiendo sido objeto de una segunda ampliación entre 1992-1994, efectuada por Antonio Lamela Martínez.

El proyectó surgió como obra de vanguardia, en la que la disposición de la estructura se establecía mediante soportes equidistantes formando crujías iguales; se optó por el sistema clásico de doble graderío, ligeramente volado el superior sobre el inferior, utilizándose la fábrica de hormigón en masa junto con distintos elementos seriados de hormigón armado que dan al edificio un orden modular.

La obligada representatividad de la construcción hace que su fachada se someta a un claro clasicismo.

Las sucesivas ampliaciones y reformas han ido desvirtuando el edificio prácticamente desde sus inicios hasta llegar a la imagen actual de escasa semejanza con la original.

La primera ampliación llevada a cabo por los autores ya rompe el lenguaje de la construcción, al recrecerla con un tercer graderío flanqueado con dos torres de enlaces verticales; más evidente es la transformación sufrida en la remodelación de 1980-1982 para ser adaptado a las necesidades del mundial de fútbol, al ser revestida su estructura inicial con placas prefabricadas de hormigón.

Finalmente, la rotunda ampliación llevada a cabo por el Estudio Lamela transforma completamente la imagen del antiguo estadio, aumentando un nuevo graderío para obtener mayor capacidad y ubicando en la calzada, anejas al edificio, cuatro grandes torres cilíndricas de acceso que rememoran las del estadio de San Siro de Milán.

Para cumplir con las normas internacionales de seguridad su aforo se redujo a 77.000 espectadores, todos sentados, aunque existe una propuesta del Estudio Lamela para llevar a cabo una nueva ampliación.

Exteriormente al estadio propiamente dicho, se completaba el conjunto con un gimnasio, frontones, piscina de 33,33 x 15 m y vestuarios, todo ello con funcionamiento independiente del campo de juego, los cuales en la actualidad han desaparecido, encontrándose ocupados sus terrenos por un centro comercial.