Hospital Universitario de la Princesa

Gran volumen que ocupa una manzana completa del Barrio de Salamanca, construido por la Diputación Provincial de Madrid en sustitución del antiguo del antiguo de la Princesa, que se hallaba entre las calles de San Bernardo y Alberto Aguilera.

Fue concebido por Martínez Chumillas, atendiendo a las exigencias modernas, como un doble hospital, interno y externo o ambulatorio, con entradas independientes, aprovechando los cuatro frentes, pero perfectamente conectados, para que los 600 enfermos diarios previstos que acudieran a los consultorios del último pudieran acceder directamente a los departamentos de diagnóstico y terapéutica del primero, evitando así la multiplicación de servicios.

Sobre un basamento de planta cuadrangular y casi simétrica, según un eje transversal a la calle Diego de León y a su fachada principal, el cual integra a los tres primeros pisos - cuenta con catorce en total -, se levantan dos cuerpos unidos, uno de planta en T, hacia dicha vía, y otro en peine, hacia la de Maldonado, donde busca la triple orientación, Este, Oeste y Sur.

El primero está configurado por los servicios médicos y el segundo por cuatro pabellones de pacientes, dos por cada sexo y con capacidad para 1.200 camas, las cuales mayoritariamente formaban grupos de cuatro o cinco que se dividían con tabiques acristalados, pero dentro de un espacio comunitario.

Como enlace entre los dos citados cuerpos se disponían los núcleos de comunicación y las estancias del personal facultativo, locales de trabajo, investigación, aulas e incluso mostrador de control.

Aunque ha sufrido diversas obras de actualización y una importante remodelación en las zonas de consultas y urgencias, mantiene algunos espacios interiores originales y, sobre todo, su fisonomía exterior, apenas alterada, sino es la pérdida de los cuatro cuerpos de miradores acristalados de su fachada principal.

Continua, por tanto, destacando la potente sucesión de volúmenes en peine hacia Maldonado, de gran sobriedad y lisura, excepto en los extremos, donde se logra el contraste de luces y sombras, gracias a las terrazas de gran vuelo.