El Madrid Moderno

Hacia 1888, el empresario y antiguo político republicano D.

Mariano Santos Pinela decide promover en unos terrenos de su propiedad, situados en el extrarradio, el que ambiciosamente debía ser "el más europeo de todos los barrios madrileños", es decir, un conjunto de casi un centenar de pequeños hotelitos o viviendas unifamiliares adosadas, que habrían de materializar las ideas urbanísticas de algunos de sus correligionarios y próceres del partido liberal, a la sazón en el gobierno, como Segismundo Moret, Alberto Aguilera o Emilio Castelar, con cuyos nombres se bautizarían las nuevas calles.

Así, en 1890 se comenzó la urbanización del sector ubicado al Norte y Este de la Quinta de Nogueras o de los Leones, actual Parque Eva Duarte de Perón.

De vuelta el partido conservador al poder, comenzó a manifestarse en el Ayuntamiento de Madrid cierto malestar por esta promoción a la que se le había dispensado un trato de favor político, eximiéndola de la obligada licencia municipal, por lo que en octubre de 1891 decidió dicho organismo su paralización, cuando ya se habían levantado 45 hotelitos y 32 se hallaban en construcción.

Tras dos años de recursos administrativos, se vendió la propiedad al contratista Francisco Navacerrada, quien se hizo cargo de la deuda al municipio y de las obras, encomendando la legalización de lo ejecutado al maestro Martínez Calonge, así como la conclusión de lo iniciado, ante la retirada de su autor, el arquitecto Julián Marín, que no querría verse comprometido en tan escandaloso asunto político.

El planteamiento de Navacerrada sería similar: crear un conjunto de viviendas y construcciones que sirvieran de solaz a los habitantes de Madrid en los días festivos y durante el estío, lo cual le valdría la consideración de "indiscutiblemente beneficioso", tomando como referencia lo ya realizado en otras capitales europeas.

Eso explica que dentro del recinto se concibieran varios equipamientos y algunos recreativos, como el denominado Parque Rusia, con jardines, café, restaurante, etc., proyectado por Mariano Belmás en la hoy calle de Londres, arquitecto éste con el que la bibliografía reciente, sin base documental, ha querido relacionar el Barrio frente al citado Marín, a quien, sin ambages, Pedro de Répide le adjudicó el plan primitivo.

Todas las casas, agrupadas en hileras continuas que en la 1ª fase se singularizaban en las esquinas de las calles con torreones circulares, característicos del "estilo extravagante" de su autor, tenían tres niveles: sótano, bajo y principal y plantas, de varios tipos y mayoritariamente en L, alrededor de un patio interior.

Además, sus frentes a la vía pública se hallaban retranqueados, excepto el singular mirador central, acristalado y de madera, que protegía el acceso a modo de soportal, destinándose el resto de la superficie a jardín.

Las fachadas las solucionó Marín en estilo neomudéjar, "original, pero chocarrero", a juicio del mismo Répide, con ladrillo visto bicolor y azulejos como decoración, diferentes a las modernistas que años después realizaría Roca Carbonell para D.

Francisco de Alba, uno de los nuevos propietarios de la promoción, con atractivos chapiteles sobre los miradores y cuidados motivos vegetales de yeso en los muros.

No obstante, no fue Roca el único arquitecto que intervino en esta 3ª fase, pues está documentada la presencia de muchos otros desde 1902, como Santiago Castellanos, Tomás Cantalauba, Francisco Reynals, Luis Ferrero, Carlos de Luque, Plácido Francés, José Carnicero, Manuel Pardo, Luciano Delage, Julio Martínez-Zapata, Pedro Muguruza, Felipe Mario López Blanco, etc.

Desde hace décadas, el Madrid Moderno está sometido a un fuerte proceso de renovación, que ha permitido la desaparición de muchos de los hotelitos o la transformación profunda de otros, haciéndolos casi irreconocibles, así como su vaciado interior para destinarlo a funciones no residenciales.