Iglesia parroquial del Espíritu Santo

En un solar rectangular con importantes desniveles en su perímetro se asienta esta iglesia, que ocupa todo el terreno y dispone el templo de forma simétrica según el eje menor del rectángulo.

Esta colocación transversal en lugar de la tradicional a lo largo es una manera de acercar a los fieles al altar, y está realizada con gran habilidad pues permite una gran nave centrada, y aprovecha todos los espacios residuales del perímetro para ubicar desde la capilla auxiliar y el baptisterio, al resto de las dependencias parroquiales, que en el lado posterior en que el terreno se eleva se alojan en doble planta.

Esta conformación se expresa a la calle como un volumen central que emerge de un cuerpo bajo cubierto siguiendo la pendiente del terreno, y que no da idea en su aspecto algo anodino de la importancia del espacio interior de la nave, que es una impresionante caja de ladrillo visto, con una cubierta de chapa soportada por ligeras cerchas metálicas, que se corta en la parte superior de sus muros para dejar que la luz se flitre a través de unas vidrieras diseñadas siguiendo una gama cromática que hace variar la coloración interior según las diferentes horas del día.

El altar se adecúa a la escala y la rotundidad de la nave, y tiene como retablo una gran vidriera de notable dramatismo y calidad.