Edificio Ibermutua

A pesar de no contar más de treinta años, este edificio tiene ya a sus espaldas una larga trayectoria: sobre el mismo solar, en 1974, el arquitecto Rafael Moneo realizó, para la compañía de seguros El Fénix Mutuo, una propuesta de transformación de una nave preexistente que fue desestimada, encargándosele un nuevo proyecto que preveía su derribo y sustitución por el edificio actual, que se ejecutó entre 1975 y 1978 con la intervención de la arquitecta Nieves La Roche, quién sólo quince años después realizó en colaboración con Manuel Alba Redondo dos proyectos sucesivos de ampliación en 1992 y 1995, terminándose las obras definitivamente en 1997.

El resultado de este proceso es el edificio actual, formado por un gran volumen inferior casi ciego, con las fachadas laterales ritmadas por inmensos pilares cilíndricos continuos en la oriental e interrumpidos por las líneas de forjado en la occidental, sobre el que se encabalga un cuerpo de oficinas de planta rectangular, revestido de mármol y perforado por largos ventanales corridos.

Esta superposición permite crear en la fachada frontal un gran vestíbulo acristalado al que se asoman los cinco pisos inferiores, ante el que se levanta una esbelta torre exenta de planta oval, revestida con una piel continua de placas de cerámica y vidrio dispuestas en diagonal, que aloja los ascensores y escaleras.