Ermita de Nuestra Señora de Valverde

Nuestra Señora de Valverde, la que primero fue ermita y luego centro de peregrinación muy notable de Madrid desde el siglo XIV, posee distintos estratos superpuestos, muy reconocible la parte del XVIII y ahora el del XXI.

El conjunto alcanza su mayor dimensión en época barroca, siglos XVII y XVIII, conservándose las dos terceras partes de la edificación original, y habiéndose demolido en el XIX, la Hospedería, la casa-palacio de Hormazas, la enfermería y otras pequeñas construcciones auxiliares.

Se mantuvieron en pie el templo, la capilla de la Virgen de la Guía, el convento y la casa de los marqueses de Murillo.

La torre que existió a los pies del templo se destruyó durante la Guerra Civil.

Se superponen las trazas del templo y convento de finales del XVI, encargados por Felipe II a Francisco de Mora, con otras posteriores del arquitecto Fausto de Manso, de la escuela de Pedro de Ribera.

Interviene en la ampliación del templo y en la construcción del nuevo convento y la casa de los marqueses de Murillo.

Es sobre estas zonas donde actúa la EMV para su rehabilitación y transformación en Centro de Interpretación de la Naturaleza: al sur y al norte del templo, en dos operaciones que respetan la presencia de la iglesia en su entorno abierto; en el espacio claustral del convento con el establecimiento de un programa de aulas, talleres y exposiciones; y en la antigua casa, que pasa a ser un edificio administrativo.

El templo tiene planta de cruz latina dividida en cuatro tramos, tres con capillas laterales y el cuarto cubierto con bóveda encamonada deprimida, con lunetos y plementería.

Tiene breve crucero con cúpula sobre pechinas y sin tambor.

A los pies posee un coro alto sobre arco rebajado rectilíneo.

El convento, de planta cuadrada y estructura de muros de carga de ladrillo y tapial y forjados de madera en plantas altas o bóvedas de medio punto de ladrillo, contiene un claustro de pilastras monolíticas de granito rematadas en una arquería de medio punto.

La casa de los marqueses de Murillo es de planta cuadrada y tres plantas y posee una portada de piedra en el acceso principal.

Las fachadas de ladrillo se estucaron con diversos motivos decorativos y geométricos.

La iglesia y la capilla de la Virgen de la Guía mantienen su uso religioso.

La casa ha recuperado su planta original a la que se añadieron algunas alas, que hoy son patios; se conserva la cubierta a cuatro aguas de su tipología original que arranca de los muros de fachada.

En la última intervención se utiliza revoco y estuco como material capaz de conseguir un carácter unitario, conservando las composiciones originales, con texturas y tonos similares.

El convento es contenedor opaco con los huecos originales, y se realiza en un revoco homogéneo, continuo y unitario.

Respecto a la iglesia, en 1675 los Dominicos edifican la actual, y posteriormente los Marqueses de Murillo, en 1720, alargan la nave por el altar, añaden la sala capitular con el Camarín de la imagen, la sacristía con antesacristía, el coro y trascoro, y rehacen la fachada que es la actual de portada con tímpano.

Planta de una sola nave con capillas laterales y crucero con cúpula sobre pechinas que no se exterioriza en el volumen de cubierta y laterales de arcos rebajados con lunetos.

Un pozo en el interior, realizado alrededor del natural, señala la devoción de Fernando VI por la milagrosa imagen.

Es conocida la imagen del portón de entrada del XVIII, con 5 arcos y frontón curvilíneo y óculo oval.

Iglesia y convento, por tanto, de sencilla traza barroca madrileña, construida en piedra y ladrillo revocado de almazarrón.