Estadio de Atletismo. La Peineta

En un lugar de la periferia oriental, sin referencias topográficas ni arquitectónicas, se levantó como resultado de un concurso este estadio, que sus autores sevillanos concibieron como hito capaz de cualificar el lugar e intervenir con su potente silueta tanto en el paisaje próximo como en el lejano.

El planteamiento recoge disposiciones habituales en la antigüedad romana, como los graderíos modelados en el terreno, y a la vez hace una propuesta completamente original.

El edificio está compuesto en realidad de tres partes claras y diferenciadas: un zócalo de servicios y actividades complementarias, que se extiende ante y bajo el graderío como enorme pódium rectangular iluminado y ventilado por patios, con el graderío bajo y el campo de juego como una simple excavación más que recorta como un cráter el extenso volumen del paralelepípedo; un edificio de circulaciones verticales sostenido por tres pantallas perforadas de hormigón que contiene, además de los servicios, las escaleras y rampas de acceso al graderío en altura; y el graderío propiamente dicho, que se eleva sostenido por potentes pórticos transversales al mismo.

Esta independencia entre estructuras y usos permite eliminar tanto la presencia de los elementos secundarios de pequeña escala que acompañan a este tipo de proyectos, como los espacios residuales que se generan habitualmente bajo el plano inclinado del graderío, y que aquí queda limpio y sólo tocado por los pasos de escaleras de los vomitorios.

La fortuna del planteamiento no es sólo estructural o funcional, sino que alcanza a una singular expresión monumental capaz de convertir a este estadio en uno de los iconos de la ciudad con el sobrenombre de "la Peineta".

En la actualidad, y ante la posibilidad de que se convierta en el escenario principal de unos Juegos Olímpicos, los mismos arquitectos han desarrollado un proyecto de ampliación, que consiste en dotar de graderío alto a todo el perímetro del campo -aunque con una altura menor que las gradas existentes- y en la construcción de una cubierta para todas las tribunas, realizada mediante dos anillos -uno externo de compresión y otro interno de tracción-, entre los que se disponen tensores cruzados que van configurando una cubierta ligera y plegada, con una ingeniosa y bella solución similar a la del estadio sevillano de los mismos autores.