La Casa Grande. Palacio López de Ortega
Fichas tomo 3
S.d.c.: 1641 (s.i.)
Mantiene excepcionalmente el antiguo casco histórico de Fuencarral este conjunto señorial, recreativo y agropecuario, delimitado por las antiguas calles Real, Ortega y Mondonguero, cuya superficie primitiva sumaba 2.578,26 m2.
Su origen parece remontarse a la primera mitad del siglo XVII, si bien las primeras noticias que se conocen ya serían de la centuria siguiente, cuando se incorpora la posesión al mayorazgo fundado por don Pedro López de Ortega y su mujer doña Paula Esteban Bravo.
Con la denominación popular, "La Casa Grande", por la que se ha conocido este palacio hasta nuestros días, reflejo de su perenne importancia, vendría a recaer dicho vínculo en la familia navarra de los Barreneche, a principios del siglo XIX.
Ya contaba la casa en este momento con piso bajo y principal, más sótano y desvanes, siendo su planta cuadrangular, con torreones en los ángulos, sólo distinguibles en altura, y alrededor de un patio central, el cual conserva su estructura porticada de columnas de piedra en lo bajo y pies derechos de madera en lo alto.
La fachada principal, aparte de la simetría volumétrica, carece de unidad compositiva, con huecos diferentes y en distintos puntos, algunos abalconados, producto de la necesidad y del paso del tiempo.
Sobre la portada adintelada de piedra se superponen las armas del linaje, correspondiendo las de la derecha del escudo partido al de Ortega, con casa solar en Ejea de los Caballeros.
Su fábrica es mixta, de mampostería y ladrillo en los muros exteriores, hoy enfoscados, y traviesas de entramado de madera, tabicado de ladrillo, cascote y yeso, en los interiores.
Anexos al volumen principal se disponen otros más sencillos para bodegas, cuadras, graneros y corrales.
Al fallecimiento de don Juan Prudencio de Barreneche en 1839 pasó en proindiviso la finca, así como otras muchas urbanas y rústicas de Fuencarral y los lugares de su comarca, lo que demuestra la impronta familiar en ésta, a sus hijos don Pedro Esteban y doña María Ignacia de Barreneche Aramburu.
Sin embargo, por autos promovidos contra ellos y sus herederos, a causa de sus deudas por un préstamo no devuelto, sería vendida judicialmente a don Gregorio Montes Sáez el 5 de julio de 1879, en cuyos descendientes se mantiene.