Finca El Capricho en La Alameda de Osuna
Fichas tomo 3
Ampliación y reforma: Manuel Machuca Vargas: 1784-1788 (O) Mateo Medina: 1793-1796 (O)
Reformas: Martín López Aguado: 1835-1838 (s.i.).
Anteproyecto hotel de lujo: Luis Moya Blanco y Ángel Orbe Cano: 1967 (P)
Restauración fachada jardín: S.d.c.: 1978 (O)
Jardín original: S.d.c.: 1700 (s.i.)
Reforma jardín sur: Pablo Boutelou (jard.): 1784 (P)
Resto del trazado: Jean Baptiste Mulot (a): 1787-1790 (s.i.) Pierre Provost: 1795-1810 (O) Ángel María Tadey: 1812 (s.i.)
Templo de Baco: Jean Baptiste Mulot (a): 1788 (Fo)
Abejero: Mateo Medina (a): 1794 (Fo)
Reforma: Martín López Aguado: 1838 (O)
Casino de Baile: Antonio López Aguado: 1814-1815 (O)
Restauración y plantación de parterre: Javier de Winthuysen (paisaj.): 1943 (P) 1943-1952 (O)
Plan parcial de ordenación: Luis Moya Blanco y Ángel Orbe Cano: 1968 (P)
Restauración: Joaquín Mañoso Valderrama: 1986 (P) 1987-1993 (O)
Medina, Mateo (1794)
López Aguado, Martín (1838)
Moya Blanco, Luis
Orbe Cano, Ángel de
Boutelou, Pablo
Mulot, Jean Baptiste (1788)
Provost, Pierre (1795)
Tadey, Ángel María (1812)
López Aguado, Antonio (1814)
Winthuysen Losada, Javier de (1943)
Mañoso Valderrama, Joaquín (1987)
La posesión de El Capricho se encuentra situada en el antiguo término municipal de Canillejas, cerca de la carretera de Aragón; la extensa finca de labor sólo conserva el palacio arruinado y los espléndidos jardines que la duquesa de Osuna, Mª Josefa Alonso-Pimentel y Téllez-Girón, estableció tras su compra en 1783 al conde de Priego, que fueron enriquecidos por la misma al terminar la Guerra de la Independencia y, de nuevo, por su nieto y heredero, D.
Pedro Alcántara Téllez Girón.
El antiguo caserón fue ampliado y transformado por Manuel Machuca y Vargas y Mateo Medina en un auténtico complejo palaciego, con cuatro arcaizantes torreones en las esquinas, severas fachadas y un magnífico y ligero peristilo -reformado por Martín Martín López Aguado- de sutiles contrastes de luz que se abre y conecta con el jardín mediante una escalera de doble tiro.
Consta el palacio de planta baja de forma casi cuadrada y tres patios, con el zaguán, la doble escalera principal y el comedor -abierto a los jardines primitivos, llamados de la Rana-; la principal, con forma de H y dos terrazas entre los torreones, que contenía las habitaciones privadas de la duquesa, con el gabinete redondo ornado con pinturas de Goya; las del duque, sus hijos y la biblioteca, muchas con pinturas en bóvedas, y la alta, para el servicio y, en los torreones, despachos privados.
Tras la amplia explanada posterior que sirve de entrada al palacio, ornamentada con una fuente con columna, se encuentra la casa de oficios, hoy Escuela de Música, sencillo edificio de una planta con un patio.
El jardín, de unas 14 ha, tiene tres partes diferenciadas: la original, muy transformada, situada al sureste y a su vez con dos sectores, el de las Ranas y el Laberinto, hoy recuperado; la septentrional, de gran desarrollo, con el jardín paisajista y variada arquitectura de jardín, y, una gran avenida que une el camino Real de Madrid con el peristilo del palacio y que separa ambos jardines paisajistas; incluye esta vía la plaza circular de acceso, eventual coso taurino, con dos pabellones para los Guardas y portada de piedra, de la que nace la calle que lleva hacia el palacio, acompañada de jardines de cuadros hasta alcanzar lateralmente la ambiciosa plaza de Emperadores, con forma de circo, bustos que le dan nombre y un recuperado y exquisito grupo escultórico realizado por Martín López Aguado por encargo del duque de Osuna en honor a su abuela.
De aquí arranca la avenida final con un amplio parterre plantado por Winthuysen, rematado por la casa tras una plaza con estanque y fuente.
El jardín septentrional, el de mayor tamaño, se extiende por suaves ondulaciones del terreno que recogen dos vías fluviales -una artificial, la Ría, y otra natural, el arroyo de la Coloma- y varias colinas, recorrido por una intrincada red de caminos de carácter paisajista que conectan un importante conjunto de piezas arquitectónicas, aún conservadas.
En la primera etapa se construyeron varios edificios pintorescos por Tadey, decorador, como la Casa de la Vieja o Rústica, el Embarcadero, en el lago de la Ría, o la Ermita, además de otras de estilo clasicista, el Abejero y el Templete de Baco, atribuidas a Mulot o Medina.
El primero tiene un uso inédito, el estudio del comportamiento de las abejas; de esquema vilanovino -cuerpo central unido por dos galerías a dos pabellones extremos- tiene un carácter liviano, casi rococó, de arquitectura de recreo.
Localizado en un promontorio según las reglas de formación de las escenas paisajísticas, el templete de Baco muestra un trazado heterodoxo de gran potencia visual.
También se introdujo la Ría, elemento acuático de 400 m de longitud que recorre el límite septentrional de El Capricho con diferentes escenas, la principal formada por un amplio lago con dos islas, una de ellas con un monumento, de proyecto más ambicioso de Martín López Aguado, a un antepasado de los duques de Osuna, en clara remembranza a la tumba de Rousseau en Ermenonville; a través de un ligero puente de hierro prosigue el recorrido tras dejar atrás el citado Embarcadero.
A la segunda etapa tras la Guerra de la Independencia pertenecen el arranque y el remate de la Ría: el neoclásico Casino de Baile, erigido por Antonio López Aguado y dispuesto, con su forma ochavada y cuidada ornamentación, sobre un cuerpo de planta cuadrada que le sirve de terraza y desde el cual y por doble escalera se alcanza el nivel del jardín; una fuente adosada surte de agua la Ría, que finaliza en el Fuerte o Batería, pieza de carácter pseudomilitar realizada en fábrica de ladrillo en 1816.
La Alameda de Osuna constituye uno de los principales -y primeros- jardines paisajistas establecidos en España, así como un ejemplo único de villa suburbana de propiedad nobiliaria todavía conservada.
La duquesa de Osuna, de personalidad ilustrada, avanzadas ideas y profundos contactos con la cultura francesa, fue la inductora, no sin una cierta rivalidad con la reina María Luisa de Parma y la duquesa de Alba, a ensayar una inédita experiencia de tipo fisiocrático que aunaba tanto los nuevos conocimientos agrícolas como de concepción del paisaje provenientes de Francia, aunque originarios de Inglaterra.
El jardín inglés que se introdujo en España recogía la difusión por tierras galas de las ideas de William Chambers, menos puras espacialmente que las desarrolladas por Brown.
De esta manera, en la Alameda se obtiene un jardín de recorrido de una densidad abrumadora, como los que se construían en Francia en ese momento y cuyo modelo primero era Kew, del propio Chambers: multiplicación de las escenas, apoyadas siempre en un elemento arquitectónico o escultórico pintoresco o clásico; recorridos sinuosos y complejos, e independencia de la casa y del acceso respecto al jardín.
Pero éste no sólo pretende imitar a un paisaje natural, sino que incluye diversas actuaciones de tipo geométrico, al modo de Repton, que se insertan ogánicamente -ya lo hacía Boutelou en el proyecto primero, de esquema similar al final- en el intrincado trazado naturalista atribuido a Mulot frente a la fragmentación de otros jardines paisajistas del momento: el principal, la gran avenida de acceso al palacio de fuerte carácter italiano y ciertos rasgos hispanos, el dibujo radial de la columna de Saturno y otras actuaciones menores, como varios brazos de la Ría o el Laberinto.
Vendido a los Bauer tras la ruina del duque de Osuna, se propuso como sede del Asilo de San Bernardino, fue cuartel republicano en la Guerra Civil y llegó a finales de siglo muy deteriorado tras pasar por varios propietarios.
Adquirido en 1974 por el Ayuntamiento de Madrid, fue restaurado y recientemente abierto al público de forma restringida, sin tener todavía un uso fijado para el palacio.
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