Ciudad Pegaso

Este conjunto urbano es el resultado de la voluntad de constituir una auténtica ciudad ex novo para albergar a los trabajadores de la vecina Factoría Pegaso, uno de los motores de la pujante industria automovilística de la época autárquica, con la que el régimen del General Franco quería mostrar, tanto al interior como al exterior del país, que la situación no era desesperada.

Pese a las evidentes limitaciones materiales de la época no se quisieron escatimar esfuerzos en esta versión española de la Ciudad de los Motores.

De hecho, y aunque la gramática ensayada mantiene importantes deudas con las arquitecturas contemporáneas del Instituto Nacional de la Vivienda -organismo bajo cuya protección se llevó a cabo el conjunto- y otras iniciativas oficiales análogas, los estándares de espacios públicos o de dotaciones parecen querer definir una ciudad poco menos que ideal para la época.

Desde la atención a las distancias entre bloques en función de criterios higiénicos de marcado cuño moderno, a la larga lista de equipamientos, que no deja de contar con amplias zonas deportivas, núcleo comercial, zona de ocio, edificio de servicios generales -eufemismo empleado para las oficinas sindicales- y, naturalmente, la iglesia parroquial que preside el espacio público principal del conjunto.

Otro de los indudables atractivos de esta ciudad resulta la mezcla de tipologías de edificación para las viviendas, siguiendo, no obstante, los rígidos arquetipos sociales del momento.

Así, las viviendas van desde los unifamiliares independientes destinados a los ingenieros, a los bloques de siete plantas de altura, pasando por los bloques de dos y cuatro plantas, adjudicados en función de las categorías profesionales.

Sin embargo, el esfuerzo de diseño alcanzó a todas las tipologías en la medida en que para cada una de ellas se planteó una verdadera exploración formal y conceptual aunque con desigual suerte en su resolución final.

Al sur del poblado se proyectó casi una década más tarde una suerte de extensión, la llamada Colonia Occidente que, con unos estándares inferiores a pesar del tiempo transcurrido, ofrece sin embargo un contrapunto en el planteamiento del espacio público entendido esta vez más al modo del movimiento moderno, esto es, como un tapizado verde sobre el que se asientan los bloques de viviendas sensiblemente exentos en función de una geometría de pastillas muy elemental.