Ciudad Deportiva del Real Madrid

La condición de distrito ultrapériférico que ostenta Barajas ha permitido acoger y mantener numerosas instalaciones que no hubieran tenido cabida en otras áreas de la ciudad por una cuestión de mera disposición de grandes extensiones de terreno libres.

Esta realidad podría explicar la presencia del aeropuerto, del recinto ferial o de las grandes infraestructuras que sirven a estos complejos.

Por esta misma razón no puede extrañar que cuando el Real Madrid, y más concretamente su presidente, el constructor Florentino Pérez, buscase terrenos para sustituir la antigua Ciudad deportiva de la Castellana, acabase recalando en Valdebebas, nombre con el que se bautizaron los terrenos contiguos a la ciudad aeroportuaria de Barajas que, a día de hoy, sigue en crecimiento.

Creada a imagen de otras ciudades deportivas europeas como la del Milan o la del Ajax de Ámsterdam, las cifras de este proyecto resultan poco menos que mareantes: 120 hectáreas, 11 campos de fútbol, un pabellón cubierto de baloncesto, 9.000 metros cuadrados de vestuarios ó 3.000 de gimnasios son algunas de ellas.

El proyecto fue encargado a la oficina de Antonio Lamela, en la confianza de que la oficina que estaba gestionando la ampliación del vecino aeropuerto reuniría las condiciones necesarias para llevar a buen puerto el macrocomplejo deportivo.

El resultado es un proyecto que se encuentra a medio camino entre la actuación paisajística y el equipamiento deportivo, tratando de cumplir ambas funciones.

La mayor superficie está destinada, como no podía ser de otra manera, a los campos de fútbol, que se articulan en un orden creciente desde las divisiones deportivas inferiores a las instalaciones destinadas al primer equipo del club.

Esta disposición genera una columna vertebral edificada en forma de T, destinada a vestuarios e instalaciones cubiertas que culmina en los espacios que rodean al área principal de entrenamientos.

Fuera de este orden se encuentran el pabellón de baloncesto y un área administrativa.

Mención aparte merece el campo de fútbol bautizado con el nombre del presidente honorífico del Club, el mítico Alfredo Di Stefano, preparado para competiciones en el que el equipo redactor del proyecto ha concentrado su esfuerzo diseñando una estructura tensada que cubre unos graderíos capaces para 7.500 espectadores.

Sin lugar a dudas el conjunto de Valdebebas debe entenderse como una declaración de intenciones del mejor Club del siglo XX, cara al XXI.