Polígono Y

Dentro del esquema general de ordenación de Moratalaz, puede hablarse de una, aunque moderada, cierta experimentación que en función del desarrollo de toda la promoción de URBIS habría que contabilizar en el haber de Domínguez Salazar y de sus colaboradores.

Es muy posible que el Polígono "Y" sea el más vanguardista en este sentido, al menos en lo que a parámetros urbanísticos se refiere, lo que queda de manifiesto desde la mera consulta del plano ciudadano.

En efecto, y frente al urbanismo más o menos "blando" planteado en la mayoría de los polígonos, consistente en la implantación de bloques abiertos que colonizan cada una de las islas en las que se dividió el distrito, solución que permitía negociar sus accidentes topográficos, en este caso se recurrió a un proyecto de mucha mayor dureza y abstracción.

El proyecto plantea una intervención sensiblemente lineal, en la que la edificación se lleva a los bordes del polígono, convirtiendo el espacio central en una gran lonja peatonal y comercial, bajo la que se sitúa un aparcamiento de entre una y tres plantas, y cuya presencia alude al alcance ciudadano de la intervención.

Para adaptarse a la topografía se definieron tres plataformas dotadas de soportales y galerías superiores cada una de ellas, relacionadas entre sí por tres núcleos de rampas en los que además se resolvían las comunicaciones con el garaje y las extracciones de aire del conjunto.

En lo que se refiere a las plantas de las viviendas se adoptó una solución muy experimentada con anterioridad y de buen resultado comercial.

Se propuso no obstante una variante para la solución de cerramientos y fachadas que fue finalmente desechada por dificultades administrativas.

Como colofón a este polígono y dentro del programa de edificios singulares en altura dispuestos en puntos estratégicos de algunos de los polígonos y realizados en la última fase del barrio, se construyó una gran pieza en la cabecera oeste del polígono, que cierra el espacio por ese flanco, librándolo del soleamiento de poniente.

A la vuelta de los años, esta experiencia se ha demostrado notablemente insatisfactoria por la imposibilidad de control del espacio urbano, lo que ha degenerado en escenario urbano para las tribus callejeras, con el consiguiente abandono por parte del público al que iba dirigido.

Para bien o para mal, las grandes superficies comerciales de los suburbios, ajenas por completo a la vida y al tejido residencial, cuya inspiración procede también del mundo anglosajón, han acabado ganando la partida.