Iglesia parroquial de San Diego

El conjunto parroquial, que se levanta después de la Guerra Civil merced a la generosidad de una donante anónima, es el origen de esta manzana de gran dimensión, que ordena y vacía generosamente una compacta trama de vivienda junto a la Avenida de San Diego.

La propia composición volumétrica del edificio original, asumiendo su papel social y espiritual en el barrio, establece relaciones bien escaladas en un entorno humilde y de crecimiento inminente.

Dos partes de alturas claramente diferenciadas, la religiosa y la socioeducativa, construyen dos cuerpos en L, que unidos, formalizan un pequeño claustro en la parte oriental de la nave.

El templo, levantado en fabrica de ladrillo enfoscada, posee una nave única de cinco tramos con arcos apuntados realizados con piezas metálicas en celosía, que apoyan sobre las arquerías laterales bajas que corren a ambos lados desde el coro hasta el arco toral de fábrica del presbiterio.

Perpendicular al templo y en su fondo, un volumen de tres alturas con escalera alberga en planta baja las dependencias parroquiales, con sacristía, archivo y despacho, y en planta primera y segunda, celdas y refectorio de los P.

P.

Franciscanos, junto con dependencias que se cedían a Acción Católica.

La forma de la parcela permite que la geometría ortogonal de la planta libere un espacio vestibular triangular en la calle, al sobrepasar la alineación de la portada con un volumen en paralelo a la nave, que contenía todo el programa educativo y asistencial del edificio, con aulas, salón de actos y dispensario.

Este espacio quedaba significado por dos hitos verticales, la torre campanario y una torrecilla que marcaba el acceso al salón de actos, esta última hoy desaparecida, que vinculados por un corredor con arcos apuntados, cerraba un espacio de antesala y reunía los accesos.

Posteriormente el edificio se amplia sobre el espacio de la calle, con una edificación en ladrillo de dos plantas que avanza paralela a la calle, y desvirtúa la configuración inicial haciendo desaparecer la galería de arcos apuntados.

Aun hoy, el volumen de la iglesia contrasta con la altura de la edificación menor perimetral, desde la esquina donde la torre campanario de tres cuerpos se articula diagonalmente en planta con la portada de orden doble.