Convento, teologado e iglesia de San Pedro Mártir de los PP. Dominicos

De nuevo el concepto "dinamismo" ya investigado por Fisac con anterioridad en otro templo para los PP.

Dominicos, el de las Arcas Reales de Valladolid.

La iglesia, la parte más pública del programa conventual, está proyectada con un gran coro para 300 frailes y una nave para 700 fieles sentados.

Dos ramas de hipérbola cerradas al fondo por sectores de círculo y el altar como punto de convergencia donde suelo y techo se elevan hacia el tabernáculo y marcan el "protagonismo litúrgico del espacio".

Dinamismo de doble dirección, encontrada y ascendente hacia el altar "como la característica sustancial y distintiva del templo católico" expresada en "el movimiento casi material del ambiente".

Luz y color apoyan este dinamismo: en las cristaleras laterales, obra de José Mª de Labra, en una secuencia que va desde el azul al blanco vaporoso de los tubos metálicos sobre al altar de donde se suspende el cristo del escultor Pablo Serrano, y cerrando en tono rojizo con las vidrieras del martirio representado tras el coro de Adolf Winterlich.

Desde la N-I, el conjunto del teologado se organiza en tres bandas con algunos cuerpos de cierre, creciendo en altura según descienden por plataformas por la pendiente natural.

Una organización según actividades y usuarios donde padres profesores, padres jóvenes estudiantes de teología y estudiantes coristas conviven en tres sectores del conjunto con independencia y sin interferencias.

Cruzarse sin verse es el fin que se persigue con tres espacios claustrales que no terminan de cerrarse, abiertos a Norte y cerrados a Sur, con pórticos abiertos y entrelazando niveles.

El primero es el que establece el diálogo con el mundo exterior, formado desde la pared oriental de la iglesia, muy dinámico, tanto en su composición como en los elementos que lo definen, pórticos blandos con vuelos superpuestos desde los edificios o una bellísima escalera en voladizo que brota del suelo.

Alrededor, en planta baja, la biblioteca, el salón de actos y las clases, y en planta alta celdas para profesores y para padres jóvenes.

El segundo claustro, a otro nivel, se forma sobre la diagonal del primero.

En planta baja como continuación de la banda de clases, el refectorio, una galería de paso y almacenes y sobre estos respectivamente celdas de hermanos y de coristas.

Un tercer claustro lo definen el cuerpo de servicios, la cocina, perpendicular al refectorio, la enfermería y el pabellón de monjas.

Sinceridad constructiva y un moderno desinterés estético por el exterior, desnudando la esencial retícula de hormigón rellena de ladrillo macizo y del mismo ladrillo hueco del Instituto Cajal para el CSIC, patentado por Fisac.

La torre de hormigón visto, con el campanario abstracto de hierros retorcidos, elevado sobre sus 16 esbeltos pilares atados por la suave rampa, es el auténtico hito del lugar.

Su potencia vertical contrarresta el escorzo del hiperboloide desde la esquina vaciada del edificio donde se aloja, llevándola al suelo en su espiral.

Del otro lado de esta fachada a la carretera, el pórtico traslada la tensión en horizontal hacia el interior del recinto, donde iglesia y convento comparten su entrada.