Convento, internado y colegio de la Congregación de la Asunción

La presión de la especulación de los primeros sesenta en el barrio de Salamanca lleva a la Congregación de la Asunción a vender el palacete de la calle Padilla esquina a Velázquez y trasladar el colegio a las afueras de Madrid, al lugar llamado Cuesta Blanca, muy próximo a la N-I.

El solar irregular con grandes diferencias altimétricas y el complejo programa propuesto conducen a una solución de bloques de edificación enlazados de forma fluida y eficaz a través de galerías y rampas que rectifican los niveles para generar superficies exteriores aprovechables como espacios deportivos, estadio, áreas ajardinadas o teatro.

El edificio se compone de tres piezas que corresponden también a las fases de construcción del proyecto.

La zona central de entrada contiene los espacios para visitas, secretaría, administración y vestíbulo, que sirve de atrio a la capilla: una potente pieza de hormigón in situ formada por un sector de cilindro circular en el ábside y cerrada por una superficie de ocho cilindros que delimitan sus accesos y procura la dispersión acústica.

En la zona oeste organizada en perpendicular a la anterior, se encuentra el convento y el internado en torno al cuerpo del salón de actos y del otro lado un primer grupo de aulas para párvulos y primaria.

Al Este, una tercera zona, con la gran pieza del polideportivo con vestuarios y gimnasio, a cuyos lados se disponen dos grupos de aulas para enseñanza elemental y superior, agrupadas en conjuntos de tres en un mismo nivel con zona de estar común, con la posibilidad de ampliar el aula central deslizando su cierre con paneles, y del otro lado el cuerpo de los laboratorios y aulas espaciales para música, dibujo y hogar.

La estructura del conjunto es mixta en algunas zonas con pilares y vigas metálicas y forjados nervados con bloques cerámicos.

Las cubiertas están formadas por piezas prefabricadas tubulares de hormigón armado pretensado en las aulas, salón de actos y convento e internado, y losas en los aseos.

La cubierta del gimnasio es también de piezas prefabricadas con orificios para postesado.

El conjunto posee un alto valor expresivo por el juego volumétrico de las piezas en el solar y la textura del hormigón en muros, en armonía con la delgadez de las piezas huecas de cubierta.

Se unen en este edificio la conveniencia tecnológica y la expresiva sinceridad y austeridad del material.

El arquitecto muestra aquí de nuevo, su maestría en la identificación entre arquitectura y construcción, de resultados tan personales y emocionantes a lo largo de su extensa trayectoria.