Universidad Pontificia de Comillas

Inicialmente la Compañía de Jesús, que encargaba su sede universitaria en Madrid, tenía previsto su emplazamiento en la Dehesa de la Villa.

Para ello se hizo un primer anteproyecto que nunca llegó a desarrollarse y que para el autor sería siempre el germen coherente e integrado, que no pudo reproducirse en el emplazamiento actual de Cantoblanco, donde -siempre en palabras del arquitecto-, se construyó sin un plan de conjunto que dispersó y disgregó el resultado final.

Más allá del que parece haber sido un complejo proceso de cambios de proyecto y de programa, así como fases de ejecución que obligaron a independizar edificios que inicialmente se habían pensado comunicados, la realidad edilicia que existe en la actualidad, no parece acusar tales desajustes.

Unas sobrias edificaciones de ladrillo pardo oscuro sabiamente articuladas entre sí y en las propias alas en que se descompone cada uno, se sitúan en un entorno ensimismado y cuidado.

Todos los edificios son agregados de piezas en disposición centrípeta, donde las obvias simetrías especulares se convierten en eficaces diferenciaciones de forma por requerimientos de la función.

La arquitectura ensayada en esta obra pone de manifiesto no sólo una gran maestría en el control de la geometría para ordenar la planta, sino también una sensibilidad que genera espacios de una poética excepcional.

Los pabellones carecen de dirección privilegiada para mostrar una topología equivalente en todas sus caras.

La estrategia proyectual se mantiene constante a lo largo de todo el planteamiento dando lugar a variaciones a partir de pocos recursos sabiamente trabajados.

Oratorio, biblioteca, aularios o residencia de profesores y de estudiantes, forman un conjunto en el que cada una de estas áreas dispone de un completo repertorio de espacios servidores y servidos de gran riqueza formal.

Como es habitual en las propuestas de Carvajal, este proyecto muestra una capacidad de innovación que convierte esta indagación tipológica y formal en un ejemplo singular de correctísima y emocionante factura.