Ermita de San Isidro

Situada al borde del Manzanares, al otro lado de las ermitas de la Virgen del Puerto y de San Antonio de la Florida, es la única de sus contemporáneas que mantiene una continuidad con el edificio original al tiempo que testimonia la significación isidriana del lugar, en la tradición tipológica de la fusión autóctona entre el barroco culto y el castizo.

Levantada en el Medievo en torno a la fuente calificada como "milagrosa" y ligada al santo, se rehace en 1528 por deseo de la emperatriz Isabel como agradecimiento a San Isidro por la curación de su hijo, el futuro Felipe II.

En 1620 don Cristóbal de Urgel corre con los gastos de reparo y ampliación, pero será don Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero, quien la reedifique a sus expensas en 1730 con la imagen llegada a nuestros días, fruto no obstante de la reconstrucción de posguerra que recuperó los retablos en estética pseudobarroca tras ser incendiada en la guerra civil.

Es un sencillo templo, de luminoso interior, con planta de salón, nave única de tres tramos cubiertos por bóvedas de cañón sobre arcos fajones con lunetos laterales, coro y pórtico a los pies, altar bajo retablo con calle central y dos laterales sostenido por grandes columnas salomónicas y una sobria cúpula de media naranja dispuesta sobre pechinas y soportada por pilastras con capiteles toscanos; de escasa esbeltez al carecer de tambor y formalización externa octogonal, está provista de linterna y cubierta con pizarra.

El exterior de la ermita es simple y elegante y muestra, sobre el atrio, una fachada a modo de espadaña-campanario rematada con frontón triangular.

Decaída su popularidad, el templo recuperó en los años ochenta del siglo XX sus tradiciones rituales, y su bella y emblemática imagen sigue siendo el fondo del escenario de la iconografía madrileña inmortalizada por Goya.

AA. VV.: Madrid. Guía de Arquitectura, Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, Madrid, 1992

CAYETANO MARTÍN, Mª del Carmen: La ermita madrileña (s. XV-XIX). Una institución singular, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 1997, 179-181