Grupo Virgen de Loyola. Colonia del Hogar del Empleado

Hito en la evolución de la vivienda pública de los 60 en ruptura con las más decadentes tradiciones de posguerra, teórica y empíricamente en los límites entre el diseño urbano y el diseño arquitectónico, se envuelve en un trazado triangular donde se configura un desarrollo del tejido en bloques paralelos encadenados en una trama helicoidal en torno a un ámbito central a modo de plaza pública.

Se conforma así una estructura urbana introvertida y autónoma, pero permeable (pasos transversales) y de gran fluidez, con coexistencia entre los accesos rodados y la vivienda colectiva, revisando viejas cuestiones como los debates entre manzana abierta y manzana cerrada y las relaciones entre estructura urbana y tipología arquitectónica.

El diseño de los bloques y la racional funcionalidad de los tipos de la vivienda con su articulada fluencia configurando la estructura del conjunto cerrado sobre sí mismo como un caracol, definen "Loyola" como un paso adelante de gran alcance y la entroncan "directamente con toda la experiencia de los poblados anteriores y dentro de su línea de objetividad", según G.

Amézqueta, para quien "…la transición entre la valorización de la vivienda unitaria como entidad que define el grupo y la del grupo como elemento a partir del cual se constituye la vivienda…" podría entenderse como afirmación moral y disciplinar de los vínculos entre el diseño de la vivienda y el diseño urbano.

El módulo generador agrupa dos cortos bloques de doble crujía desplazados en composiciones escalonadas que evitan la monótona linealidad y permiten que todas las viviendas sean exteriores (doble crujía, doble orientación, salón pasante, etc…).

Los espacios de comunicación son de gran riqueza espacial, pese a los reducidos módulos económicos, y la construcción en ladrillo y hormigón asume acentos brutalistas y afronta el diseño de las partes con discreto énfasis, como los finos volados trasparentes de los aleros y los espacios ensayados para tendedero común situado en el exterior.

Los nítidos y eficaces ámbitos públicos a escala doméstica con áreas lineales entre los concéntricos anillos sobre el espacio comunitario central, remedo de la memoria histórica de la plaza del pueblo, permiten creer que en Loyola la racionalidad se solidariza con la vida y con el hombre.

Racionalismo que asume el aserto orteguiano de la "razón vital" de la existencia y, desde la aparente ingenuidad de la concepción urbanística, remiten al TEAM X en cuanto a la idea de conjuntos.

A principios de los 60, "Loyola" sería un buen ejemplo de la arquitectura del Hogar del Empleado, como Erillas, Batán y Puerta del Ángel.