Puente del Estrecho o de la Culebra

Francisco Sabatini: 1782 (P)

En 1780 recibe Sabatini el encargo de construir un conjunto de cinco puentes sobre el arroyo Meaques, de los que sólo perduran tres: el de la Agachadiza, el del Álamo Negro (antes conocido como puente del Batán) y el de la Culebra, hoy afortunadamente restaurado, siendo notable también el legado de rejas (construcciones híbridas de puente y puerta) que construyó para los puentes sobre el arroyo Antequina y sobre los barrancos de la Zorra y de Prado del Rey.

El en principio conocido como puente Estrecho, ya que su escasa anchura impedía el paso de carruajes conllevando su escaso uso, tomó más tarde el nombre de puente de la Culebra por sus graciosas y manieristas formas ondulantes.

Ejecutado con una combinación de piedra de sillería y ladrillo, consta de cuatro ojos con arcos de medio punto y se remata en un pretil integrado por sillares de piedra berroqueña y albardilla curva.

Obra legítima del barroco madrileño, resulta insólita y espectacular a pesar de su sobriedad, y, junto a la fuente de Rodajos, es la de mayor calidad artística que ha permanecido en el parque con anterioridad a la Segunda República, suponiendo una rara excepción en lo referente al utilitarismo de las obras de Sabatini.

Puede considerarse un testimonio excepcional del tan deteriorado legado de puentes y acueductos de la Casa de Campo (sin obviar los numerosos puentes rústicos que la pespuntean), así como prolongación en otra escala de la historiografía de los puentes y obras públicas de Madrid, haciendo honor a la merecida declaración del parque como Bien de Interés Cultural en la categoría de Jardín Histórico (15.02.1999).

BARREIRO PEREIRA, Paloma: La Casa de Campo. Un lugar no integrado en la ciudad, Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, Madrid, 2001

MERINO, Alfredo: Tras los pasos de las ovejas, El Mundo, 11.II. 2006