Parque Deportivo Puerta de Hierro

Denominado de forma coloquial Parque Sindical, abreviando el extenso nombre de Parque Sindical Deportivo Puerta de Hierro, se le llamó inicialmente Balneario Popular del Manzanares, con lo que respondía en realidad a las intenciones de sus promotores (la Obra Sindical de Educación y Descanso): acercar a las clases trabajadoras un tipo de instalaciones dedicadas al ocio y la actividad deportiva, por lo general reservadas a estratos sociales más acomodados; y ello en un magnífico paraje natural perteneciente a los terrenos del monte de El Pardo en donde se venía configurando una importante área recreativa que no ha hecho sino consolidarse con los años.

Junto al puente de San Fernando y contiguo al Hipódromo de la Zarzuela y la Playa de Madrid, incidía, como ésta, en la conformación de un embalse en el río Manzanares, cuyo proyecto y el de la presa, ligeramente poligonal, corrieron a cargo del ingeniero Alfredo Semelas, y con los que se pretendía crear una playa artificial con capacidad para 5000 usuarios.

Y es que el proyecto ganador del concurso convocado en 1954 por la Organización Sindical, el de Manuel Muñoz Monasterio, elegía como forma de actuación el sistema de presa-embalse y no el de lago artificial alimentado por canal o electrobomba, desplegando en sentido longitudinal, en la margen fluvial izquierda, un ambicioso y diversificado programa de equipamientos conectado por un largo paseo-itinerario bordeado de plátanos, el cual dejaba a un lado una franja ajardinada y arbolada bañada por el río, mitad natural, mitad artificial, donde se sucedían, junto a los taludes que ofrecían las mejores panorámicas, el restaurante, la torre depósito visitable, los edificios de vestuarios y aseos en ambos laterales del pabellón de dirección y administración, y el bar (éste ubicado originalmente en el centro de una isla artificial dentro del embalse), así como algunas pequeñas instalaciones deportivas, tales que las graciosas y originales boleras americanas o la pista de patinaje, mientras que al otro lado se localizaban las pistas y campos de fútbol, baloncesto, frontón, tenis, atletismo, etc.

Sin embargo, de todo el conjunto, por otra parte frecuentado de forma masiva, el elemento más destacado es la inmensa piscina, caricaturizada como "el charco del obrero" y formada por la irregular yuxtaposición geométrica de tres unidades (la infantil, la de adultos y la de competición), que fue considerada en su tiempo como "el conjunto mayor de Europa" y que el arquitecto Francisco de Asís Cabrero diseñó en el marco de la ampliación del Parque, expandido en 1959 hasta el borde de la carretera de El Pardo.

La especialización recreativo-deportiva y la acción de los arquitectos, ambos decantados hacia la modernidad aunque manejando diferentes lenguajes, consigue una feliz desvinculación de las contemporáneas consignas oficialistas, con mayores concesiones al gusto popular en Muñoz Monasterio desde su arraigo en la arquitectura vernácula y la intención colorista, que adjetiva con acusadas soluciones constructivas sin voluntad de estilo, y con extrema abstracción minimalista en Cabrero, tanto en el limpio plano de la enorme lámina de agua cuanto en los graderíos, las prismáticas cajas de los neutros pabellones complementarios "sin imagen" que la flanquean o el incorpóreo pespunte de la pérgola arquitrabada que, no obstante, separa nítidamente las zonas de sol y sombra, con esa arquitectura que parece haber estado siempre ahí sin dejarse notar ni alterar el paisaje circundante.

En el resto de elementos hay que mencionar las leves marquesinas y los pórticos a base de muretes de mampostería de directriz recta u oblicua, las orgánicas líneas curvas del restaurante en avanzadilla sobre el embalse, la forma tronco-cónica invertida del depósito con helicoidal escalera exterior de peldaños volados o la utilización de arcos y bóvedas en magníficas maclas en el conjunto de edificaciones, como las bóvedas invertidas del pabellón de mujeres o el remate del pabellón administrativo de tres alturas; pero, sobre todo, la resolución circular y permeable del bar, en osado planteamiento estructural a base de placas de hormigón armado sustentadas en ocho esbeltos soportes en forma de V y elevando el núcleo central sobre la cubierta.

Los dos arquitectos difieren asimismo en los materiales empleados: mientras que Muñoz Monasterio recurre a la mampostería, el hormigón y los revocos y encalados, Asís Cabrero utiliza sus queridos ladrillo y metal.

En 1991, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid convocó un concurso para la ordenación y diseño arquitectónico del Parque, por entonces muy deteriorado, en orden a mejorar los accesos y aparcamientos y optimizar todo su potencial.

En el inicial periodo democrático, el conjunto se adscribió al Instituto Social del Tiempo Libre, órgano autónomo dentro del Ministerio de Trabajo, y ahora depende del Instituto Madrileño del Deporte, Esparcimiento y Recreación de la Comunidad de Madrid, promotor de nuevas instalaciones como el Centro de Tecnificación de Golf y el magnífico pabellón de tiro con arco, que ha merecido una mención del Ayuntamiento de Madrid en la convocatoria de sus Premios de Urbanismo, Arquitectura y Obra Pública de 2004 y una Distinción COAM a las obras de calidad 2004.

Arquitectura abstracta de enorme fuerza plástica y gran belleza, se levanta casi al final del recorrido "como una cabaña en el claro del bosque", según sus autores, buscando una inserción lo más natural en el paisaje a la vez que la configuración de un recinto idóneo para albergar un deporte a la vez ancestral y sofisticado, silencioso, concentrado y preciso, y lleno de tensión y fuerza.

El resultado es este gran paralelepípedo de madera, elocuente y expresivo precisamente a base de "atrapar el silencio" mediante la simplicidad y la captación de una "luz uniforme y controlada" a la que coadyuvan tanto los escasos y grandes huecos escultóricos del exterior como la secuencia de pequeños patios interiores.