ARQUITECTURA DE MADRID

Casas García Luján y San Basilio en La Florida

Fichas tomo 3

Posición en mapa
Vías
Lamiaco (Calle), 9 Casa García Luján
Archanda (Calle), 3 Casa San Basilio
Sopelana (Calle), 7
Fecha
1992
Resumen histórico arquitectonico

Álvaro García Luján: Casa García Luján: 1992 (P) 1992-1995 (O); Casa San Basilio: 2003 (P) 2004-2005 (O)

Protección
No
Autores
Descripción formal

Aunque la fuerza plástica de la casa de la C/ Lamiaco sea deudora del abstracto legado racional-expresionista de las más brillantes residencias unifamiliares de Carvajal y Cano Lasso de los años sesenta y setenta, ello no le resta legitimidad intelectual.

En relación a Carvajal, los gestos rotundos y potentes de sus hermosas "casas-bunker" de hormigón de Somosaguas o de Pinar de Aravaca se dulcifican en las firmes, pero más suaves, texturas de hormigón blanco; la afinidad es mayor con la huella del Cano Lasso de "La Florida" en el refinado manierismo del trazado de las plantas y del tratamiento de superficies, masas y patios gestados en similar trasmutación orgánica que elevan la condición doméstica a muy altos niveles de calidad arquitectónica, insistiendo en los esquemas funcionales del doble frente, con vocación de frontera hacia la calle de acceso y abierto a los ajardinados espacios interiores en una fusión dentro-fuera.

Esta casa es además patio romano, silo, torre vigía, porche, lucernarios, luz reflejada en el hormigón, oposición y coexistencia entre opacidad y luminosidad.

La casa de la calle Sopelana viene a ser la cara o la cruz de la misma moneda, parecida sinfonía interpretada en distinta clave: frente a lo macizo y telúrico de aquélla, como una roca horadada, la tectónica refinadísima de ésta en los acabados y detalles, en el entrecruzamiento de materiales (piedra, madera, acero, ladrillo), en el cuidadoso nivel y exigente rigor de los sistemas constructivos y en las tecnologías arbitradas.

Un orgánico juego nace del racional germen liberador de las trazas de la planta, también más contenida, recogiendo en lograda fluidez la flexibilidad de las dos crujías, la introversión del patio interior y, sobre todo, el rico gesto expresivo de los pronunciados y refinados aleros volados sobre un gran atrio.

En ambos casos, el común denominador de la elegancia y la primorosa ejecución gravitando como señas de identidad.