Casa Torres do Carvalho junto a la Colonia Alfar

La hermética y austera imagen de este aparente "bunker" de hormigón, esta singular vivienda de prismática y enfática presencia desde "intramuros", con huecos que acentúan los matices abstractos de las masas y superficies, inundan de luz el interior y fracturan en secuencia de patios la unidad del bloque que opera sobre la optimización funcional de los espacios esculpiendo el volumen paralelepipédico, es seguramente el más rotundo exponente de factura minimalista de Aravaca.

En una estrecha y profunda parcela trapezoidal, el autor resuelve todos los frentes del diseño con inteligentes pasos al límite, saliendo airoso de ese discurrir por la cuerda floja en un equilibrio que despeja todas las incógnitas y convierte los obstáculos en ventajas, en virtuosa demostración de facilidades y superación de tantos condicionantes impuestos.

La casa surge como un tronco o una roca gris hincando raíces en el suelo y configurando con sutiles trazos, niveles y texturas, los espacios libres del entorno.

Como residuo necesario, la planta ha de reducirse a unas trazas estilizadas con desarrollo en profundidad.

Los espacios interiores salvan mágicamente la condición de túnel que la crujía transversal imponía, con acabados elegantes y escuetos que parecen contradecir la dureza epidérmica exterior desde la habitual antinomia de Siza Vieira entre dentro y fuera; así, la secuencia macizo-vano versus dormitorio-patio o la relectura de la casa-patio a través de operaciones fragmentarias.

El edificio se cierra en sí mismo y se abre luminoso rompiendo de forma estratégica la caja sin obviar su afirmación geométrica; se cerca con un cerramiento y unos vallados acentuadamente diseñados desde la metafórica evocación de una empalizada o entablado de madera como en el interior de una ciudadela, blindándose ante el acoso de un entorno anti-urbano en autoimpuesto retorno a lo doméstico desde su propia vocación claustral, monástica e intimista.

Arquitectura, en suma, desnuda de accidentes, en aparente soliloquio formalmente ascético, demostrando que el laconismo en arquitectura puede tener muy diversos acomodos y que el "menos es más" no parece tener límites.