Cuartel del Rey

Los dos antiguos edificios que conforman el Cuartel del Rey (Cuartel de Guardias de Corps y Real Caballeriza y Ballestería), erigidos junto al palacio en la década de 1760, son unas construcciones cuya autoría no está suficientemente clarificada.

Según J.

L.

Sancho, fue el ingeniero militar italiano y arquitecto real, Francisco Sabatini, quien se encargó de la probable elaboración de los diseños y la supervisión de las obras -la planta de la Ballestería presenta similitudes con la de la Aduana de Madrid-, aunque los trabajos fueron dirigidos posiblemente por el arquitecto del Real Sitio Manuel López Corona -o quizá por el maestro de obras Juan Esteban, en el caso del Cuartel de Corps-.

Ambos edificios, pese a intervenciones posteriores, conservan los principios de simetría, funcionalidad y sencillez -precursores del Neoclasicismo- propios de la arquitectura militar de la época; expresados aquí en plantas cuadrangulares, patios porticados, circulaciones perimetrales y fachadas de gran sobriedad, con algunas concesiones decorativas en vanos y balcones axiales.

Varios de estos rasgos fueron enmascarados por el arquitecto y teniente coronel Luis Franco Pineda, durante las obras realizadas a mediados del siglo XX para alojar a la guardia de Franco.

Además de la construcción de un edificio de mando y unas viviendas para oficiales, se modificaron parcialmente la distribución interior y las fachadas de los edificios históricos, que a la vez fueron totalmente redecorados.

Esta ornamentación, contraria a la sobriedad original, responde tanto a la ideología patriótica y regeneradora impuesta por el régimen franquista (paneles cerámicos con alusiones a los Reyes Católicos y nombres de batallas), como a las peculiaridades del nuevo cuerpo de escolta, liderado por la famosa Guardia Mora (zócalos de azulejos, arcos de herradura, artesonados con mocárabes y fuentes de aire nazarí).

El ejemplo más exótico de esta ambientación morisca lo ofrece su antigua sala de oficiales, ubicada en el edificio de mando.

A finales del siglo pasado, una remodelación del conjunto aplicó a las fachadas un revoco monocapa de inadecuada textura moderna.