Distrito de la Comunicación de Telefónica

"Distrito C" de Telefónica se plantea desde el reto estratégico de concentración patrimonial de una gran empresa de telecomunicaciones, repercutiendo sobre los 14.000 empleados de Madrid que reúne en esta nueva sede única.

El proyecto asegura con su fuerte identidad arquitectónica esta inversión de tan alto valor financiero; del estudio de las necesidades y de la definición de los objetivos de la operación emanan la flexibilidad conceptual y la homogeneización arquitectónica de los espacios y volúmenes del proyecto.

Asimilando y reinterpretando los propios conceptos que utiliza la conectividad y la horizontalidad de las redes de comunicación en general, el conjunto o "campus" posee una composición equilibrada y asimétrica.

Tanto urbanística como arquitectónicamente los espacios están pensados para facilitar la comunicación, compartir la información y responder a las necesidades de los trabajadores y visitantes, ya sea a nivel laboral como de esparcimiento.

Edificaciones homogéneas, por tanto, que aglutinan las diversas funciones sin disgregarlas por razón del orden jerárquico, unidas por una inmensa cubierta, que se organizan sobre una superficie de 200.000 m2 y cuya construcción se realizó en 4 fases coincidiendo con las 4 esquinas del conjunto; en cada fase 2 edificios de 4 alturas que se expresan como apoyos de la gigantesca marquesina, y uno más de 10 alturas, torre bastión de este enorme y moderno baluarte.

Volúmenes idénticos de superficie de oficina paisaje sirven al desarrollo de las distintas actividades laborales sumando 16 edificios, indiferenciados; plantas alrededor de un núcleo organizado a criterio de las conexiones que establezca cada unidad con otras, e introduciendo espacios de terraza bajo la marquesina.

A estos, se añaden un edificio de dirección, un edificio de servicios de hostelería y un último de servicios generales para los trabajadores con guardería, gimnasio y centro de salud.

El complejo certifica su viabilidad económica y su sostenibilidad desde parámetros arquitectónicos de ahorro de energía; desde la fachada, creada ex profeso para el complejo, consistente en un elemento de grandes dimensiones con sucesivos filtros de protección que reducen el paso de energía solar y aumentan el aislamiento acústico, fabricado con un vidrio de altas prestaciones con control solar y baja emisividad; a la rentabilización de la cubierta, que no solo aporta sombra al jardín y a los edificios, sino que permite la instalación de paneles fotovoltaicos cuya energía se incorporará a la red de distribución de Iberdrola; al jardín, con distintas especies arbóreas y movimiento de agua hacia un lago que aporta humedad y frescor ambiental.

Asimismo, en un futuro, contará con su propia estación de metropolitano que garantizará la accesibilidad a Las Tablas.

Sus fachadas de grandes láminas de acero galvanizado perpendiculares al cerramiento de los volúmenes y la presencia horizontal del enorme umbráculo, son señas de identidad de una edificación que reclama para sí la atención con brillos, sombras, guiños y luces.

Ya sea de día o de noche es un referente del entorno.