Poblado El Calero

Promovido por la constructora benéfica El Hogar del Empleado, dentro de una operación más general denominada Grupo Covadonga que también comprendía viviendas en Puerta del Angel y en El Batán, se realizó este poblado capaz para 359 viviendas, además de una capilla y una residencia religiosa junto a un colegio.

Se levantó sobre unos terrenos sin títulos claros de propiedad, y contó con la supervisión y las ayudas económicas del Ministerio de la Vivienda, ocupando dos manzanas contiguas al Sur del colegio público y polideportivo del barrio de la Concepción.

Es en realidad una unidad pequeña y bastante compacta, que tiene una gran presencia en el paisaje urbano por contar con un gigantesco bloque de 13 plantas que ocupa el frente de una de las manzanas.

La ordenación de los bloques está hecha en función del aprovechamiento máximo del terreno disponible, de forma que las orientaciones y disposición de los mismos es variable.

Los bloques bajos son todos de cinco plantas, que era una altura prudente para construir con muros de carga y la máxima permitida para prescindir del ascensor, y se organizan dos de ellos aislados y con las escaleras vistas, y los otros tres pareados de forma que las escaleras quedan enfrentadas, dividiendo una crujía de patios interiores.

El estado original sólo puede apreciarse en los primeros, que aun con las escaleras acristaladas y sin los fraileros abatibles conservan el aplacado original de losetas de piedra artificial que modulaba la retícula de huecos y daba textura a la depurada geometría de las fachadas.

El bloque de 13 plantas tiene una altura excesiva, pero está colocado con acierto del lado septentrional de la manzana, de modo que no quita el sol a las viviendas situadas en su lado Sur, mientras que por su fachada Norte sombrea los terrenos libres del polideportivo.

Tiene este bloque un original planteamiento de corredores alternos, de forma que cada dos pisos se asoman a una fachada y en cada dos siguientes a la contraria, en correspondencia con el desfase que se produce en la colocación de los pisos que van quedando a media altura de la una a la otra.

Todo el sistema de corredores, que estaba concebido por su amplitud como de espacios de relación vecinal, desemboca en una torre de escaleras y ascensores situada en el extremo occidental del bloque, y se muestra al exterior en forma de galerías que rasgan la piel de las fachadas de un extremo a otro.

A pesar de la desmesura de su planteamiento, que lo emparenta con algunas unidades de habitación francesas, este bloque tiene el interés de plasmar el acercamiento real a algunas propuestas utópicas radicales del Movimiento Moderno, que sus autores ya habían planteado cinco años antes en su primer proyecto no realizado para el Hogar del Empleado: dos bloques lineales de dúplex alternos junto al río Manzanares.

Y aunque ha perdido la calidad de la textura original aplacada y ha sufrido el acristalamiento de las galerías, el bloque de El Calero conserva su contundente presencia, que no depende sólo del tamaño, sino de un calculado tratamiento del volumen y la definición y escala de los huecos.