ARQUITECTURA DE MADRID

Monumento a las Víctimas del 11-M

Listado tomo 3

Posición en mapa
Fecha
2004
Resumen histórico arquitectonico

Esaú Acosta Pérez, Raquel Buj García, Pedro Colón de Carvajal Salis, Mauro Gil-Fournier Esquerra y Miguel Jaenicke Fontao: 2004-2005 (P) 2005-2007 (O)

Protección
No
Descripción formal

Fruto del concurso internacional de ideas, convocado por el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de Madrid para homenajear a las víctimas de los brutales atentados del 11 de marzo de 2004 en la línea de Cercanías de RENFE, surge este proyecto seleccionado entre un total de 289 propuestas y firmado por el equipo FAM -Fragante Aroma de Manzana-, sugerente nombre que aunó a cinco jóvenes arquitectos.

Su planteamiento era sencillo y contundente: una gran burbuja de cristal que sobresale al exterior para llevar luz al interior de la estación de Atocha, atravesando a su paso una bóveda con los nombres inscritos de los asesinados.

Su concepción es por tanto arquitectónica y su ambición urbana.

No se detiene en el elemento escultórico conmemorativo que embellece a la ciudad, pues desde su génesis lleva implícita su condición de edificio semienterrado, iluminado cenitalmente.

De la idea a su ejecución material, multiplicada en su presupuesto inicial por diez y prolongada a lo largo de tres años -su inauguración se produjo el 11 de marzo de 2007-, hubo que renunciar a la imagen informe de la burbuja exterior, geometrizada en un cilindro translúcido, de similar altura, 11 m, y sección, construido con piezas especiales de vidrio, modulares, macizas y curvas.

Es su seña de identidad urbana y además cumple su función protectora de la verdadera bóveda, una membrana plástica transparente de 50 kilogramos y 150 micras de espesor, sostenida por un anillo perimetral metálico y el propio aire.

En ella, recogiendo el deseo de la Asociación de Víctimas, no se han serigrafiado finalmente nombres sino dedicatorias, explícitamente dirigidas en ese momento por un pueblo consternado.

La luz solar la atraviesa, coloreándose de blanco y contrastando con el azul cobalto que se extiende por todos los paramentos de la sala enterrada, en la que se observa y reflexiona.

Es este espacio de planta irregular, de aproximadamente 500 m2 y aforo para 200 personas, conectada con el vestíbulo de la estación ferroviaria, pero separada de su bullicio por una cámara estanca, la cual propicia la intimidad para este monumento del siglo XXI ya determinantemente imbricado en el futuro de la ciudad.